Los huesos parlantes,
un perturbador flagelo.
No existe aquel refugio,
el inmortal debe pagar.
Junto al paso del tiempo,
las estaciones muertas.
Su soledad abrumadora,
codicia de desahuciados.
Ve centurias componerse,
con el marchitar de flores.
Acérrima la lucha mental,
frente a ideas inconscientes.
El olvido será su antídoto,
una piadosa estaca al pecho.
No existe un adiós,
antes un cómo estás.
Entremedio frases,
diálogos sin sentido.
Fundamento perdido,
recuerdos archivados.
Conversación nativa,
en lugares habituales.
Detestable al inhalar,
todo oxígeno viciado.
Me hace falta cambio,
unos tonos primitivos.
Pretendo un saludo,
con otro hasta luego.
Azar hazme el favor,
entrégame esa voz.
Ese viento sofocado,
irrumpe en la ventana.
Desequilibra mi reposo,
cortando la meditación.
Ojos teñidos de rojo,
sanguijuela famélica.
Posada en mi muñeca,
parasitando mi plasma.
Compasivo la observo,
permito su alimento.
¿Has saciado tu sed?
Te duermes saturada.
En mi palma adormecida,
rebosaba tu prosperidad.
Apreté mi mano sólidamente,
un cuerpo licuado en mis dedos.
Uniformidad en diversas sangres,
la suya y la mía asquerosas caían.
Noté lo insignificante que somos todos,
esperando mi turno para ser aplastado.
Esas son curvas peligrosas,
parte de la entretención,
aumenta toda su velocidad,
no despilfarres el ímpetu.
Te quedas contra la pared,
mi lengua traga tus deseos,
pides clemencia humanitaria,
pero soy un déspota dictador.
Duros golpes y tirones de piel,
conservando los trajes festivos,
las baldosas congeladas ardientes,
testigos principales del arrebato.
Sin necesidad de atravesar su alma,
fuiste exclusiva hasta el amanecer,
luego te desamparo sin consideración,
no seré un misógino, ni un egoísta,
ahora corre y ve por otro placer.
Olvidaste el cancionero,
esas letras innovadoras.
Un impregnado código,
con su enigmático furor.
Crepuscular hallazgo,
en el presente maldito.
Descifrando sus versos,
logrando la comprensión.
Pocas veces lo analicé,
en simple racionalidad,
pero debía ser pasional,
dejar el corazón oyendo.
Al finalizar mi rutina,
leo regalos terminales.
Me deleitan esa huida,
periplo por lo onírico.
Tu solo armaste el cielo,
yo lo relegué por infierno.
Todo es parte del mundo,
ya es innecesario negarlo.
Una noche calurosa me contó,
entre temblores y tercianas,
explicó el trasfondo del cliché,
dando la máxima iluminación.
Tardes voces de madrugada,
a mi ojo mental despabilaron.
Colores electromagnéticos,
incitan presencias doradas.
Por fin ha llegado el descanso,
comienzo de sueños en blanco.
Lento beso afilado,
muerte enamorada.
El deber es tu vida,
tratado como traidor.
El ninja nunca valorado,
pensado como mercenario.
Dudan siempre de tu honor,
deja a los cerdos en el barro.
Supremas son tus creencias,
protector del estado familiar.
No te detengas por palabras,
sigue peleando bajo penumbras.
Convertido en médico excepcional,
entregando y despojando sus latidos.
Ya llegarán los tiempos adecuados,
donde disfrutarás de lo labrado.
Nunca abandones tu misión,
atrás quedaron los débiles.
La fortaleza es extendida,
liquida toda la tiranía.
Un pestañeo,
simple lamento.
Puntos de vista,
pociones inocuas.
Un parpadeo,
raso desenlace.
Casos anexos,
tenue infusión.
Un abrir y cerrar de ojos,
vislumbras lo que es todo,
la respuesta es el sacrificio,
desbloquear las entrañas,
permitiendo el vuelo libre.
Luciérnagas bandidas,
hurtan en mi cabeza.
Capítulos borrosos,
biblioteca demencial.
Insostenible revoloteo,
desenfoques molestos.
Vibración beligerante,
las prosas penetrantes.
Soslayando los hechos,
las lagunas prohibitivas.
No existe norma alguna,
ni castigo para el autor.
El mango de la daga,
florecer en amatistas.
Varas secas segmentadas,
carentes en egocentrismo.
Divina maza terrorífica,
expiador de sombras idas.
Mangual ligero con penas,
ataques sosegados en miel.
Espadas quebradas en luz,
caen respirando pasiones.
Apolillado escudo fiel,
repele cráneos tontos.
El Diablo es engañado,
por un Dios mentiroso.
Rompiendo la botella,
desata el último día.
Noche de Artemisa,
una luna hecha arco.
Toma fuerte tu arma,
apunta firme al centro.
Hiere solo a la presa,
de la cual te alimentas.
No malgastes las flechas,
tu munición no es ilimitada.
Deja los ciervos prematuros,
también los que son longevos.
Aprovecha los mejores dotados,
vive de lo que Gea te ofrece hoy.
Breve taquicardia,
engaños visuales.
Nudos pasionales,
aparición borrosa.
Verde frondoso,
barras oxidadas.
Taciturna ojeada,
vorágine apagada.
Remece astillas,
calles bien frías.
Modera marchas,
huye sin pensar.
Ven sabio reloj,
fusila segundos.
Personajes fragmentados,
trozos de rutas propuestas.
Han exiliado a sus ideales,
son un conjunto de recortes.
Maravilloso es el aquelarre,
con evocaciones ancestrales.
Congrega soldadores etéreos,
forman una nueva estatua.
Retazos de los amores,
vengan aquí sin demoras.
La exposición tiene fecha,
celebremos a los artistas.
Al culminar su creación,
solo aplausos y risas.
Destapando sus pies,
una sorpresa quieta.
Nigromante vislumbra,
usurpa entre las raíces.
Resucita los ermitaños,
forzar aquel testimonio.
Niega libros sagrados,
elimina la moralidad.
Llega al último ocaso,
sin pavor a tu sanción.
Sé el infame profeta,
aplacando esperanza.
Parte del plan maestro,
que diseñó un arquitecto.
Avión fumigador,
esparce la receta.
Pradera humana,
omite las usanzas.
Salva a ignorantes,
de futuros acasos.
Revelación venidera,
pronta devastación.
Gemidos religiosos,
apocalíptica visión.
Amigos imaginarios,
danzan por el perdón.
Álzate ave negra,
come a las arañas.
Cambia plumaje,
sobre lunas ateas.
Un híbrido salvaje,
urbano su aleteo.
Mascotas celosas,
reclaman posición.
Trinando miserias,
en basurales vacíos.
Amputa respiración,
sublime pestilencia.
Directriz manoseada,
peculiar es el descuido.
Deslízate entre astros,
irradia la autenticidad.
