La libertad de la locura,
reside a manos del corazón.
Creando química perfecta,
anhelada por los alquimistas.
Aquel todo que es capaz,
transmutar el gran metal.
Pudiendo separar y destruir,
formar comenzando a crear.
Lo tangible es lo moldeable,
gracias a nuestros sentimientos.
Desvariando las leyes físicas,
incluso derrocando la malditas.
Dos almas son necesarias,
podrá nacer un solo Dios.
Lo cual muchos sin saberlo,
lo llaman, en silencio, amor.
En tu profundo mar,
el lado oscuro aguarda.
Fatigado hotel lúgubre,
del cual soy encargado.
Son nuestras habitaciones,
cargadas con desenfrenos,
unos calabozos de torturas,
otros pasillos con dulzuras.
Los dilemas confabulados,
contra certezas innegables.
Aquellos avanzan invisibles,
violando toda tranquilidad.
No nades corriente arriba,
déjate llevar por tu verdad.
Olvidas que estás ligada,
por tu propia voluntad.
El león lleva sus marcas,
son llagas de la libertad,
por proteger una ciudad,
plagada de sufrimientos.
Dice la historia sagrada,
que volverá a despertar,
cuando el calor lo invada,
ardiendo la llama olvidada.
Y otra vez defenderá,
huérfanos desposeídos.
Otra vez se sacrificará,
por esta urbe maldita.
Aguantará desilusiones,
de mortales descuidados.
Se entregará por completo,
él quiere un mejor mañana.
Hay convicciones eternas,
para otros simple tozudez.
Me entrego por completo,
en las imperfecciones bellas.
Todo debe ser casualidad,
trayendo la magia arcana.
Panacea dulce de deidades,
disfrutaré accidentes vivos.
Ecos en el solitario Himalaya,
las canciones de los brahmanes,
cuentan versiones diferentes,
de la misma historia repetitiva.
Ciclos embriagados en esperanza,
ahogados en aguas puras cristalinas.
Solo el guardián de los portales sabe,
cuando, cómo y el por qué de este final.
