sábado, septiembre 11, 2010

Parques


Tierra santa algunos llaman,
mezcla de llantos y lamentos.
Grisáceos arreglos perdidos,
festejos de velorios hundidos.

Urbes fantasmagóricas,
confusiones de inmortales,
almas errantes en pena,
buscan aquella paz sin final.

El molestoso dolor de cabeza,
por los insuperables reclamos,
quieren de vuelta sus cuerpos,
desconocen su putrefacción.

Bajo el cemento del parque,
supuesto descanso eterno.
Yo escucho su necesidad,
pero solo deberé callar,
hacerme indiferente,

ser un oyente más.


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