jueves, junio 24, 2010

Legionarios III


Caminando entre los túneles bajo la ciudad, los legionarios se encontraban ajenos a lo que ocurría en ella. El rey Ethling encabezaba la marcha y detrás de los legionarios estaban los paladines. El mago se sentía como… prisionero.
- Hey, Ethling acaso crees que somos tus esclavos que nos vigilas tanto. El evocador le reclamaba.
- No es eso Van, no lo tomes a mal, pero hace mucho tiempo que dejaron mis dominios, puedo esperarme de ustedes cualquier cosa.
- Pero como te atreves a decir tal imbecilidad! Le grito la cantante.
- Lo lamento preciosa, pero es la única forma que tengo de defenderme. Mis guardias son 100% leales a mí.
- Acaso no vez que si quisiéramos asesinarte ya lo habríamos hecho, ningún paladín puede con mi puño de acero, les rompería la cabeza de un solo golpe. El enano se mofaba.
De pronto el rey detuvo su marcha, Los legionarios se sintieron encerrados, a punto de ser atacados. Van se dio vuelta para enfrentar a los paladines, pero estos solamente estaban inmóviles sin hacer absolutamente nada.
- Pues vengan, a que nunca se han enfrentado a un evocador tan hábil como este. Decía el mago sonriente.
- Claro que sabemos cómo luchas Van, nosotros te hemos observado lo suficiente como para saber qué tipos de ataques harás, no te recomiendo que ataques primero en esta oportunidad. Uno de los paladines detrás de su yelmo completo le decía.
- Pero quién diablos te crees?! Yo nunca sociabilizaría con estúpidos paladines, ni menos con los de Nyovern. Al conjurador comenzaba a hervirle la sangre.
- Van tranquilízate, sigamos con lo previsto por Ethling. Dijo Rainna.
- Lanzador de fuego, yo te apoyo en todo momento, rompámosle las caras a estos devotos, amantes de las cruces. Dorgar se preparaba para la batalla.
Sin pensarlo dos veces el mago, ya con una bola de fuego en su mano dispuesto a atacar y el guerrero empuñando su hacha se abalanzaron hacia los paladines.
- Toma maldito miserable! “ITUH SOLENO KAMASHKA”. Recitaba el mago mientras lanzaba fuego de sus manos.
- Yo me encargare de este Van! El tozudo enano salto sobre el otro paladín.
- No idiotas que están haciendo! Gritaba la bella mujer.
El caballero retuvo la poderosa bola de fuego con su escudo, el que no era tan simple como parecía. El otro heraldo esquivo rápidamente el ataque del pequeño enajenado que enloquecía más, al ver que su adversario solo evito por muy poco de tragarse su ataque.
- Bueno Van, si quieres hacerlo de esta manera… Pues pelea tendrás grandísimo idiota!
- Grandisimo idiota?! Solo un ser humano estaba autorizado a decirme asi! Comete esta ráfaga de viento! “OBIADI ZIMA TESTA”. El evocador gritaba al atacar.
Un fuerte viento, como si fuera un huracán, comenzó a remecer el túnel y alcanzo a los dos paladines lanzándolos unos cuantos metros, sus armas volaron y sus yelmos cayeron, jamás soltaron sus escudos.
- Detenganse de inmediato. Van acaso no los reconoces?! El rey gritaba.
En ese momento se asomaron unas carcajadas. De las sombras aparecieron rostros conocidos, familiares. Eran los hermanos Welzel. Castor y Pólux Welzel, antiguos barbaros legionarios, hoy paladines y guardias especiales del Ethling.

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