lunes, junio 14, 2010

Legionarios II


El mago y la cantante se reían de las cosas que habían pasado en sus vidas, caminaban directamente a la ciudad. La lluvia ya no era tan fuerte, así que iban a paso tranquilo, sin apuro. Comentaban sobre sus experiencias individuales, sus hazañas y aventuras. No paso mucho tiempo cuando por fin llegaron a Nyovern. Atravesaron las grandes murallas y en la puerta los esperaba un pequeño ser, robusto y de una larga barba, no lograron reconocerlo hasta que se quito su yelmo.

- Pensé que no llegarían! Decía el enano feliz de verlos.
- Dorgar! Sonriente se acercaba el elfo a saludarlo y la humana lo seguía.
- Que maravilloso es volverlos a ver, hey... ustedes dos... de nuevo juntos? Los miro pícaramente Dorgar.
- Tú siempre pensando cosas que no son cabeza hueca, nos encontramos en una posada en Aguas Profundas y decidimos viajar juntos lo que quedaba de camino. Decía la Bardo algo ofuscada.
- Bueno, pero no tienes para que enojarte mujer yo solo pensaba que como antes...
- Ya basta enano, si no quieres que tu yelmo se traslade a otro lugar de tu cuerpo, más vale que no sigas diciendo tonterías, sabes que Rainna no te tiene mucha paciencia. El evocador sonreía al hacer su comentario.
- Bueno el siempre está buscando que lo golpeen, no? Seguía enojada la cantora.
- En eso tienes toda la razón, me encanta andar golpeando gente de bar en bar y de vez en cuando recibir alguna tunda, es la esencia de todo guerrero. Decía Dorgar y continuó. Bueno amigos dejemos esta charla para después, el Rey necesita nuestra presencia de inmediato en el castillo.
- Acaso no nos dirás nada acerca de lo que está ocurriendo? El mago preguntaba.
- Yo aun desconozco la situación en que nos encontramos, así que no nos queda otra que ir ante Ethling.
- Bah! Si no hay más remedio, bueno vamos. Dijo el mago sin ánimo alguno.

Atravesando la ciudad todos observaban a los forasteros. Parecía que el tiempo había nublado la memoria de las personas del lugar, ya que ninguno lograba reconocer los rostros que estaban ante ellos. Tres de los grandes legionarios pasaban desapercibidos, como si nunca hubiese ocurrido nada, como si no debieran agradecerle al menos salvar su preciada ciudad.

- Y ustedes tres quienes son. Decía duramente uno de los guardias reales.

El evocador casi estallo en furia, cuando comenzaba a cargar una bola de fuego para rompérsela en la cara, Rainna le puso la mano sobre su hombro cálidamente, luego con su otra mano mostró al guardia uno de sus anillos que llevaba puesto en su dedo índice, era el anillo con el símbolo de los legionarios.

- Oh! ustedes son...
- Si, pero que no ves que tenemos prisa, abrid las puertas y llévanos ante el Rey que no venimos de visita. Dijo Dorgar.

El guardia algo asustado mando a abrir rápidamente las puertas y personalmente los llevo a la sala de guerra y les dijo.

- El Rey estará enseguida con vosotros, disculpadme mi insolencia.
- No te preocupes, agradece que la bella mujer que está a mi lado odia ver rostros derritiéndose con mi fuego mágico. Dijo el mago aun enojado.

El guardia salió apurado en la búsqueda de Ethling.

- Porque siento que estas un poco estresado Van. Dulcemente decía la cantante
- Es que no logro comprender porque nadie nos reconoce, es como si les hubieran lavado el cerebro, no fue hace tanto tiempo que salvamos esta ciudad. Además deberían ovacionarnos cada vez que nos tomamos la molestia de venir a ayudarlos, es lo mínimo que deberían hacer.
- Creo que se te subieron los humos a la cabeza mago. Dijo el enano.
- Pero como no te das cuenta guerrero! acaso no viste a través de sus ojos! algo me huele mal aquí y no es precisamente tu barba. Continuaba muy ofuscado el mago.
- Bueno yo recuerdo que no se bañaba muy a menudo quizás sea eso. Entre risas la humana comentaba.
- Esto no es gracioso Rainna! Algo pasa aquí, lo presiento! El mago observaba y miraba para todos lados, quizás algo paranoico.

Cuando de una de las puertas apareció una silueta, era el Rey Ethling Tayrus acompañado de dos Paladines.

- No hay tiempo que perder síganme la ciudad ya ha sido infectada con la maldad que nos acecha. El rey ordenaba a los legionarios.
- Espera un momento tengo que decirte... El mago fue interrumpido por un gran estruendo.
- Pero qué demonios pasa! Refunfuñaba el enano.
- Nos atacan! Los ciudadanos nos atacan! Se escuchaba el grito desesperado de la guardia real
- Y los demás legionarios? Nadie mas apareció? preocupada preguntaba la bardo.
- Ellos están reunidos en la antigua fortaleza "Salón de Mithril". No tenemos tiempo primero debemos adentrarnos en el bosque de Nyovern y luego veremos que haremos. Ethling se mostraba sereno a pesar de que la ciudad caía en las manos de un enemigo sin rostro.

El rey miro a uno de los paladines y este abrió un pasadizo secreto que se encontraba en la habitación, que los dirigía a unos túneles. Estos llevarían a los legionarios al bosque, donde conocerían una verdad que jamás imaginaron.



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