Lágrimas de un niño en Babilonia.
Nabu, dios del conocimiento lo vio,
se acercó y le pregunto amablemente.
¿Por qué tienes tanta tristeza pequeño?
El niño lo miró con algo de temor y gritó enojado:
¿Cuántos más deben morir por tierras sin valor?
¿Cuántos más deben sufrir por leyes sin justicia?
¿Acaso ya no existirán días felices al despertar?
El dios lo miro cálidamente, secó una a una sus lagrimas.
Escucha bien pequeño guerrero, nunca olvides tu inocencia,
no abandones tus leyes justas, ni tus luchas honorables.
Todos los horrores y demonios siempre nos atormentarán,
lo importante es mantener el foco apuntando hacia dentro,
la gran luz interior, por medio de la intuición, te salvará.
Olvida a todos los demás, si no puedes lidiar con tu dolor,
el problema eres tú, abrazaste al abismo de la oscuridad.
Afuera no hay nada para ti, nada es tuyo, ni te pertenecerá,
lo único que te concierne es la flama inagotable de tu ser.
El niño dejo el llanto de lado y esbozó una hermosa sonrisa,
se alejó feliz, sin saber que de a poco se convertía en hombre.
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