Tocaron a la puerta casi tratando de derribarla, Van algo molesto se levanto de su silla y se acerco tranquilamente.
- Quién demonios se atreve a irrumpir la tranquilidad de mi hogar?!. Respondió muy ofuscado. - Mi señor disculpe mi atrevimiento, soy Mills un mensajero de Nyovern y traigo un mensaje urgente de Lord Ethling. - Y que pasa ahora? tantos años sin saber nada de Nyovern y ahora me necesitan. - Mi señor sería tan amable de dejarme pasar, está lloviendo fuerte y mis pies están cansados, así podría entregarle el mensaje en sus manos. - No soy tan hospitalario, primero verificare si eres quien realmente dices y luego veremos si te dejo pasar.
La fortaleza estaba casi inutilizable, Van la mantenía en pie gracias a diversos hechizos y trampas mágicas, impenetrables para cualquiera que intentara amenazar sus estudios y pócimas. Envió a su gran amigo Ishkan, un cuervo que era su única compañía. Observando a través de los ojos del animal pudo encontrarse con el humano, que parecía estar muy asustado y agitado. Pensó que lo mejor sería dejarlo pasar y averiguar de qué se trataba el asunto.
- Espera un segundo debo hacer algo antes de dejarte pasa. Recitando antiguas palabras el mago quito el hechizo especial de la puerta. - Bien humano, puedes atravesar el umbral.
El mensajero se asombró al ver como la puerta desaparecía en sus narices.
- Pero esa puerta era solida, como fue que…
- Vas a entrar o simplemente te quedaras ahí, acaso no ves que el agua comienza a invadir mi fortaleza. El mago parecía desconfiado, pero tenía mucha curiosidad por saber que pasaba en la gran ciudad.
- Si mi señor como usted diga. Y el mensajero entro rápidamente y saco de su bolso un sobre con el sello real.
- Que es lo que querrá ahora ese viejo molestoso.
Abrió la carta y al leerla la cara del mago ya no mostraba enojo solo preocupación y quizás un pequeño temor recorrió su alma.
- Ya has hecho lo que tenias que hacer ahora vete de mi fuerte, llévate esas provisiones y camina hacia el sur en pocos instantes llegaras a una pequeña ciudad, ve a la posada y habla con el dueño es amigo mío, sabrá cómo atenderte.
- Pero señor está lloviendo y es tarde.
El mensajero vio los ojos del elfo y se aterro al ver como el color negro comenzaba a volverse rojo como el de las llamas de la chimenea.
- Vete acaso no me has oído. El evocador le decía.
El mensajero tomo su bolsa y ahora estaba llena de provisiones y cosas al menos para sobrevivir unos tres días, miro al mago y se fue. Al salir del fuerte se volvió a verlo y la puerta apareció nuevamente.
[ Basado en Reinos Olvidados y otras cosas... ]
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